Quisiera empezar esta
reseña con un estilo de apología hacia los actores de acción: Keanu Reeves, Tom
Cruise, Bruce Willis, como también aquellas figuras de antes como Kurt Russell,
Jean Claude Van Damme o Steven Segall. A ninguno se le ocurriría pensar en
ellos cuando habla de “buenos actores”. De hecho, su mención dentro de aquella
clasificación probablemente lleve a la risa de quienes escuchen dicha relación,
que categorizarían dicho vínculo como “ridículo” o “incrédulo”. Sin embargo,
pocas personas podrían tolerar una película de acción de la índole de aquellas
protagonizadas por los actores mencionados anteriormente, pero que tendrían a
Daniel Day-Lewis o a Tom Hanks en el papel principal. Esto es, creo yo, porque
a pesar de ser actorazos de renombre, tanto Day-Lewis como Hanks carecen de aquella
característica actoral que solo un tipo como Willis o Van Damme puede traer a
un filme de género: el factor “héroe de acción”. Day-Lewis es un actor de
personaje, incapaz de transformarse en algo que se quede a mitad de camino
entre la cotidianeidad y lo decididamente excéntrico. Hanks, si bien es
excelente en el papel de “héroe americano” (Véase Sully o Puente de Espías),
es difícil de visualizar noqueando a 50 hombres en menos de 5 minutos en una
mezcla de artes marciales mixtas y armas de fuego. Y no me vengan que es por la
edad: Mel Gibson tiene su misma edad, y todavía podría ser imaginado en un
papel de aquel calibre, además de que incluso Hanks en su juventud se sentiría
incómodamente posicionado en una película de la vena de Arma Letal. Solo ciertos hombres logran encauzar el género de
acción de manera elegante y sin pretensiones, coqueteando con el ridículo pero
nunca sucumbiendo totalmente a él. Y ahora le llegó el turno a las mujeres.
Olvídense de Gal Gadot
haciendo su mejor Christopher Reeves en la bombástica Mujer Maravilla en junio de este año: Theron es la nueva reina del
menospreciado género que con películas como John
Wick y Dos Tipos Peligrosos está
buscando un regreso a aquella época dorada de fines de los 80/principios de los
90 donde dominaba la taquilla. Es una elección obvia. Theron ya había
demostrado un liderazgo inusualmente capaz para películas de acción con su
ahora icónico papel como Imperator Furiosa en Mad Max: Furia en el Camino. Ahora, como la agente británica
Lorraine Broughton, mezcla lo mejor de Jason Bourne, James Bond y (por supuesto)
John Wick, en versión femenina.
Broughton es enviada como
agente encubierto de la MI6 a Berlín en 1989, semanas antes de la caída del
muro, para recuperar una peligrosa lista con la identidad de muchos agentes del
organismo y para investigar el asesinato de un colega. En la ciudad, hundida en
pleno plano político turbulento, la espera como contacto el inestable pero
carismático agente David Percival (James McAvoy) y la misteriosa presencia de
una seguidora (Delphin Lasalle). Eso es realmente todo lo que este filme tiene
para ofrecer en cuanto a “pitch” del argumento, pero la trama se ramifica
vertiginosamente durante la duración del proyecto.
Contraria a John Wick (Esta película fue dirigida
por David Leitch, uno de los dos directores de aquél inesperado éxito
taquillero), Atómica opta por una
dualidad algo ambiciosa en vez de una simple trama de venganza: Es en parte una
película de acción derecha y hecha, pero también un thriller de la guerra fría.
La primera funciona muchísimo mejor que la segunda, la cual sufre al tener
varios giros de más, mareando severamente al espectador. No obstante, la otra
parte del trabajo es tan buena que la impresión final no deja de ser positiva.
La acción en Atómica no solo es buena. Es
idiosincrática. Leitch, junto al cinematógrafo Jonathan Sela (También trabajo
con Leitch en John Wick) y un
notablemente excelente equipo de acrobacias y coreógrafos hicieron algunas de
las secuencias de género más impactantes del año, incluyendo un plano secuencia
(o imitación de, al mejor estilo Emmanuel Lubezki) que empieza en las calles de
Berlin del Este, continúa por las escaleras de un edificio, concluyendo
nuevamente en las calles de Berlín para subirse a un auto y finalizar con una
persecución automóvil. Es toda una porción del filme que se destaca con
genialidad y precisión, y es difícil no quedarse impresionado en la butaca.
Pero no es solo en ese largo momento donde la inmaculada producción del
proyecto se hace notar. El filme se mueve con un intoxicante y seductor estilo
ochentoso al mejor estilo Nicolas Windinf Refn/Adam Wingard que es capaz de
atrapar hasta al más cínico. Ver a Charlize patear culos al ritmo de Depeche
Mode en hermosas tomas amplias que rebalsan de neón es pretencioso y efectista,
pero difícil de resistir. Me pase viendo la película con una media sonrisa,
absorbiendo todo aquel delicioso placer culposo como si fuera comida chatarra
untada con brillantina.
Charlize es magnética
como la agente Broughton, y maneja las secuencias de acción como una
profesional. McAvoy es excelente, como siempre, en un papel tan chiflado como
encantador. Uno de los puntos más fuertes de Atómica, de hecho, es el talentoso elenco en perfecta sintonía con
el material, de manera tal que balancea lo que puede ser ridículo haciéndolo
apropiado al universo y sus personajes. Este es un filme de estilo, y las
personas en él presentan las mismas cualidades.
El guion es demasiado
enquilombado para lo que la película, al fin y al cabo, es. Contado de manera
no convencional, saltando entre líneas de tiempo en un estilo cuasi-Nolan, a
veces de manera rápida y continua, el filme puede a veces resultar un abrumador
baturrillo de líneas argumentales, tramas y giros que nunca se unen de forma
cohesiva. Pero, honestamente, nunca me importó. La genialidad de Atómica pasa más por lo técnico que por
lo narrativo, y como entretenimiento pochoclero, es de lo más fino en cartelera
ahora mismo.
7/10
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