jueves, 27 de abril de 2017

Movie Critic (Edición BAFICI): Golden Exits

Resultado de imagen para golden exitsUna de las películas del director estrella de esta edición del BAFICI, el americano Alex Ross Perry, es su nuevo filme que recién fue estrenado en Sundance y ahora arribó a la sección de "En Foco" del festival. ¿Es esta película otro hit del ascendiente director, o el comienzo de su descenso?

No sería raro encontrarse con gente que haya visto Golden Exits y utilicen el adjetivo "Woody Allen" para describirla. Con esto me refiero a la muy utilizada (a veces excesivamente) frase "Es muy 'woody allen'". Sin lugar a duda que hay similitudes. Un elenco en su mayor parte neurótico, que escupe diálogos pseudo-intelectuales y cubiertos por una capa de humor erudito de manera rápida y automática, entre los cuales no faltan los personajes femeninos con belleza glorificada y las temáticas del matrimonio, el adulterio y las relaciones casuales entre adultos. Es más, no sería la primera vez que Alex Ross Perry hace una película al estilo del legendario director neoyorquino. Tomemos como ejemplo la muy celebrada Analizando a Philip, hasta el día de la fecha su proyecto más conocido.
Sin embargo, esta caracterización no deja de estar mal. Allen, si bien hizo películas con cierto grado de complejidad y oscuridad dramática, se mantiene la mayor parte del tiempo lejos de introspecciones filosóficas y pausas narrativas ambiguas. Nunca vemos a un personaje en una película de Allen embarcarse en un monólogo digno de Nietzche, y sus filmes tienen en general una adorable y placentera atmósfera liviana, con su registrado humor anticuado e inofensivo. Aquí es donde el excelente filme de Ross Perry difiere: Golden Exits es una película sobre personajes en un limbo emocional, y es en este espectro en el que el director quiere poner al espectador. Y funciona muy pero muy bien.
Golden Exits abre con la toma de un avión que llega a Nueva York y corta a nuestro personaje principal, Naomi (Emily Browning), cantando una armoniosa y dulce melodía en los escalones de su nuevo departamento neoyorquino. Es inglesa, joven, bella, llena de vida y de caminos por explorar, y toma un trabajo de secretaria en una escueta oficina donde Nick (Adam Horovitz), un playboy cuarentón, ordena archivos y documentos, trabajo que se le fue otorgado por su cuñada, la orgullosamente solterona de mediana edad Gwendolyn (Mary- Louise Parker). De más está decir que la relación entre Nick y Gwendolyn no es la mejor, sobre todo después de que Nick engañó a su hermana, Alyssa (Chloe Sevigny), quien racionalmente entra en un estado de depresión y sospecha una vez que se entera que su marido contrató una nueva y joven secretaria. Durante su estadía en Nueva York, Naomi se reencuentra con su amigo de la infancia, el encantador Buddy (Jason Schwartzman, ya toda una musa de Alex Ross Perry), quien maneja un estudio de grabación junto a su mujer, Jess (Analeigh Tipton). Jess es al mismo tiempo la hermana de la asistente de Gwendolyn, Sam (Lily Rabe), pero por supuesto que los personajes no saben que viven dentro de un pañuelo, y así sus crisis de la adultez se ven separadas y unidas a la vez.
Alex Ross Perry dirige el filme con elegancia y sencillez, dejando brillar las actuaciones del excelente elenco, y deslizándose con gracia entre la comedia ácida y el drama introspectivo. El resultado es una película con personajes tan vívidos y un tono tan llevadero que se siente casi voyeurística. Esta es una de esas películas que uno puede continuar viendo por horas, ya que el ambiente que el director construye es tan real y tan natural que nunca aburre y siempre encanta. En cierto modo, es algo de lo que hace a este filme tan "Woody Allen", aunque crea que este adjetivo no le hace justicia. De hecho, los torbellinos emocionales de los personajes remiten más a personalidades como Igmar Bergman, y el carácter humano y centrado en diálogo del filme parece más apropiado para una película de Linklater.
Hablemos de las actuaciones, porque todas son destacables. Emily Browning es más que una cara bonita, algo que demuestran tanto su personaje como su interpretación. Chloe Sevigny incursiona por completo en los terrenos de la depresión y la infelicidad en una actuación que hechiza. Lily Rabe, que tiene pocas pero memorables escenas en la película, maneja los diálogos complejo con profesionalidad y precisión. Pero la estrella tiene que ser Mary-Louise Parker. Su personaje es lo peor, una mujer sarcástica, ácida, generalmente desagradable, pero que Parker logra hacer entrañable, fuerte y destacable. Su presencia viene acompañada de los momentos más humorísticos del filme, y en una secuencia final junto a Lily Rabe que desborda de emociones conflictivas, Parker consolida una de sus mejores interpretaciones de su carrera.
En este tipo de películas, como las de Allen y como las de Linklater, hay que hacer un salto de fé en cuanto a la complejidad y espontaneidad recíproca con la que los personajes escupen los diálogos. Puede resultar artificial algunas de las verborragias filosóficas que, por ejemplo, Sam chistosamente suelta en un bar junto a su hermana. Quita del realismo, y nos pone de vuelta en el hecho en el que estamos viendo una película, con personajes escritos y no personas reales.
Aún así, en toda su incoherencia e inflación de personalidades y narrativas, dejé la sala revigorizado por Golden Exits. Es una película que se puede disfrutar de manera mundana tanto como se puede analizar profundamente. Que no te deje engañar su apariencia liviana tipo "mesa de café". Golden Exits exige mucha atención y repetidas visitas para comprender por completo su significado. Si no me creen, tan solo miren el título. ¿Tiene algo que ver con el argumento del filme? Seguro que sí, pero como sus personajes, Alex Ross Perry se niega a dar respuestas simples. El espectador tiene que incursionar en su universo, y no enamorarse perdidamente de él, y desde ya declaro, dicha tarea es muy difícil de llevar a cabo.

Nuestra Opinión: 9/10

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