En 1996, Brian DePalma hizo a Tom Cruise
una superestrella de acción con Misión:
Imposible, una película que adaptaba la famosa serie de espionaje americano
de los 60. Era más una película de DePalma que una fiel adaptación, pero la
película resonó con la audiencia, y comenzó un fenómeno difícil de frenar: El
fenómeno Cruise. En el 2000, de la mano de John Woo, Misión: Imposible II llegó a las salas, aunque fue mucho ruido y
pocas nueces. Sin embargo, en 2006, J.J. Abrams revitalizó a la franquicia con Misión: Imposible III. No que la
franquicia haya necesitado energía en algún momento, pero le faltaba jugar más
con el contenido, y de tal manera, empezar a encontrar una manera distinta de
entretener a la audiencia. Luego, vino la magnum opus de la franquicia. En
2011, de la mano de Brad Bird, llegó Misión:
Imposible Protocolo Fantasma, y es lejos en mi humilde opinión la mejor de
la saga, y un clásico contemporáneo de acción a la Duro de Matar. Ahora, 4 años después y con Tom Cruise luciendo casi
igual, Christopher McQuarrie toma las riendas en esta entrega que si bien no
llega a las alturas de su predecesor, continúa solidificando esta franquicia
que parece nunca envejecer.
La película toma lugar justo después de
los eventos de Protocolo Fantasma (Un
vistazo a esta película antes de ver Nación
Secreta no es necesario pero ayuda a disfrutar más algunos de los puntos de
la historia de esta entrega). Los métodos de Ethan Hunt (Tom Cruise) y de la
FMI son nuevamente cuestionados por el gobierno de Estados Unidos, y tras una
demanda de la CIA encabezada por el secretario de dicha agencia, Alan Hudley
(Alec Baldwin), el gobierno decida desmantelar la FMI y desautorizarlos de
accionar por su cuenta (Algo MUY parecido sucede en Protocolo Fantasma). Ethan Hunt, buscado por la CIA debido a sus
cuestionables métodos, decide escapar y esconderse en las sombras mientras
investiga una organización llamada “El Sindicato”, liderada por Solomon Lane
(Sean Harris) que parece estar atrás de unos cuantos actos terroristas.
Necesitará la ayuda de su equipo compuesto por su siempre leal Luther (Ving
Rhames, que está en la franquicia desde el principio), el hacker chistoso Benji
(Simon Pegg, que apareció por primera vez en MI3) y el agente Brandt (Jeremy Renner, que fue introducido en la
entrega anterior). Hunt también se verá persiguiendo a la seductora Ilsa Faust
(Rebecca Fergurson), una agente británica de la cual no se sabe muy bien de que
lado de la batalla está.
Desde la escena inicial que tiene a Cruise
colgado del costado de un A400 en despegue, Nación
Secreta no suelta al espectador, y lo lleva por un vertiginoso viaje de
alto octanaje que no da ni un segundo de respiro con todos sus giros y
secuencias de acción, parecido a lo que Abrams hizo en MI3. Cruise continúa siendo una estrella de acción competente,
incluso en sus 50 años. Tiene todavía un cuerpo envidiable, una carisma
imbatible y una dedicación admirable a esta franquicia que está cerca de
cumplir los 20 años de existencia. Sin embargo, viniendo de la espectacular
entrega que fue Protocolo Fantasma, Nación Secreta puede sentirse ni chicha
ni limonada. Paula Patton, que interpretó a Jane en Protocolo Fantasma, no está presente en esta entrega, y su ausencia
realmente resalta lo incompleto que se siente el grupo sin ella. En vez de eso
tenemos a Rebecca Fergurson, que si bien es indiscutidamente sensual, no cuenta
con el carisma o la potencia de Patton. Otro problema que surge en comparación
a su predecesor es que, excepto en la escena inicial, la película utiliza mucho
los efectos computarizados para sus grandes escenas de acción. Esto es algo que
no sucedía en Protocolo Fantasma, con
Tom Cruise colgándose del Burj Khalifa o cayendo de un estacionamiento
giratorio en tiempo real y sin efectos especiales. Dos de las grandes
secuencias de esta película, una que tiene lugar bajo el agua y otra que es una
persecución en moto, utilizan de manera casual los efectos computarizados (La
primera en su totalidad, la segunda hace una mezcla de efectos computarizados y
escenas reales). Sin embargo, una secuencia de acción en la Opera de Viena es
tensa, llena de estilo y completamente real, y consolida a Cruise como un
perfecto héroe de acción.
Algo que amé de Protocolo Fantasma es lo meticuloso que era el guion: Cualquier
error o agujero que pretendía tener era tratado en la siguiente escena y la
audiencia nunca perdía el hilo de la situación. Lo mismo no sucede en Nación Secreta. Varios momentos son
rebuscados y algunos cuantos cuestionables, pero lo que no es duda es que
Cruise y McQuarrie saben cómo mantener al público pegado al asiento. Van a
reír, saltar, gritar y posiblemente babear ante el espectáculo que es puesto en
pantalla. Nación Secreta continúa el
legado de la saga de forma sólida y activa, y continúa poniendo a Cruise en la
cima de los actores de acción que trabajan hoy en día.
Nuestra Opinión: 7/10
Excelente comentario Pepe!!
ResponderEliminarExcelente comentario Pepe!!
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