miércoles, 18 de abril de 2018

Movie Critc (BAFICI 2018): Happy End y Disobedience

Image result for disobedienceNos metemos en la sección de "Trayectorias" del BAFICI y te traemos dos películas de directores consagrados: La última pieza del aclamado realizador austriaco Michael Haneke, Happy End, y la nueva película del recientemente ganador del Oscar Sebastian Lelio, Disobedience.



Disobedience (2018, Gran Bretaña- Estados Unidos- Irlanda, Dir: Sebastián Lelio)

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Hace unos meses, vimos a Lelio subir al podio del teatro kodak por su excelente película Una Mujer Fantástica, un filme decididamente LGBTQ+ centrado puramente en la vida y las dificultades de una mujer trans en la Chile moderna, en constante contradicción entre el progresismo de las urbes y los valores conservadores lationamericanos. No ha pasado un año y ya tenemos su producción "hollywoodense", otro relato LGBTQ+, esta vez explorando la represión sexual en una comunidad judía ortodoxa de Inglaterra.
Aquí, tenemos a Ronit Krushka (Rachel Weisz), una fotógrafa residente de Nueva York que regresa a su comunidad natal por una tragedia familiar. Siendo de la gran ciudad y generalmente progresista, su vision cultural está en constante choque con la cultura ortodoxa judía en la que se crió. Allí, mientras visita a sus mejores amigos ahora casados Dovid (Alessandro Nivola) y Esti (Rachel McAdams), lentamente empezamos a aprender que entre Ronit y Esti hay un pasado fogoso, y una tensión entre ellas dos que nunca terminó de cerrarse.
Disobedience es decididamente europea (o latinoamericana) en su ritmo y precisión: Es lenta, a veces pensativa, pero siempre concentrada en las grandes preguntas del filme sobre libertad y deseo. Lelio hace un buen trabajo metiéndose de forma casi documental en la cultura judía y construyendo un mundo ultra-conservador que parece casi paralelo al nuestro y, sin embargo, convive con el mismo más allá de lo que pensamos. Las mujeres son las verdaderas estrellas del filme: Weisz y McAdams tienen una química letal, y entregan actuaciones formidables. Sus interacciones rebozan de tensión sexual y de tierno amor del más puro, a veces al mismo tiempo.
El problema con Disobedience es que ya hay películas que exploraron estas mismas temáticas mejor, e incluso hace muy poco (Carol de Todd Haynes es un ejemplo obvio, reemplazando la comunidad religiosa por los aires conservadores de Estados Unidos en los 50´). Esto hace que el filme se sienta un poco redundante, sobre todo en sus primeros actos, que se estiran y regodean. El tercer acto, incluso, es un poco desprolijo, con 5 finales y algún que otro cliché meloso aquí y allá.
Sin embargo, no es justo negar la maestría técnica puesta en pantalla: Una apasionada y aterciopelada banda sonora de Matthew Herbert añade mucho a la intensidad del filme, y Lelio exprime al máximo el talento de sus dos actrices protagonistas.

Nuestra Opinión: 6/10

Happy End (2017, Francia, Dir: Michael Haneke)
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Happy End es un trabajo inferior de Haneke: Se siente más improvisado que sus anteriores trabajos, más en el momento, menos planificado de principio a fin, como si fue escrito y ejecutado en un abrir y cerrar de ojos. Es por eso que por ahí, inicialmente, salí con un gustito amargo del filme. Sin embargo, incluso caundo Haneke no está en todo su potencial, aún así demuestra ser un maestro para construir escenas y para manejar con virtuosismo la acidez, el cinismo y el humor negro.
Happy End cuenta la historia de una  tradicional familia burguesa de Francia con una compañía supervisada por la matriarca (Isabelle Hupert, no vamos a poner los nombres de los personajes porque hay un "giro" relacionado con donde encaja esta película en la filmografía de Haneke), que debe lidiar con su padre neurótico (Jean-Louis Trintignant) y su hijo alcohólico y temperamental (Franz Rogowski). A la residencia familiar llega la pequeña Eve (Fantine Harduin), una niña depresiva cuya madre cae enferma y debe mudarse con su extrañado padre Thomas (Mathieu Kassovitz), hermano del personaje de Hupert, y su nueva familia. Los nuevos integrantes, los diversos problemas que azotan la vida de cada uno de los personajes y la degradación de los valores y morales de la familia llevan a un desarrollo que, obviamente siendo Haneke, no es muy feliz (El título del filme es irónico).
Haneke aquí regresa a filmes como Cache y Code Inconnu, de los cuáles había parecido distanciarse con los trabajos "de prestigio" que fueron La Cinta Blanca y Amour. Este largometraje es auto-referencial, escatológico, y siempre en el borde del melodrama sobrio y la tragicomedia cínica. Las actuaciones son monótonas al mejor estilo "Nuevo Cine Europeo", pero lo más destacable son las largas escenas y planos secuencias que Haneke construye de forma casi hitchcockiana, manteniendo detalles escondidos del espectador para que luego aparezcan con todo su furor. Hay varios momentos memorables de Happy End donde el cineasta europeo básicamente decide mostrar todo su talento y profesionalismo detrás de cámara, al igual que su afán por provocar y polarizar audiencias.
Temáticamente, Happy End es desaliñada y confusa. Hay un poco de comentario sobre la inmigración, un poco de crítica al capitalismo, un poco de ensayo sobre la tecnología, pero nada se desarrolla por completo. Happy End es más incompleta cuando vemos como se desarrollan sus lineas argumentativas, ya que ninguna tiene cierre, y algunas ni siquiera tienen nudo. Haneke juega con las estructuras narrativas tradicionales del cine hasta deformarlas por completo. A veces funciona y a veces no.
No hay duda, sin embargo, que esta es la película que Haneke quiso hacer desde el minuto uno: Una soberbia y sombría dramedia hecha por un director que se cansó del elogio exagerado y optó por parodiar y burlarse de todos aquellos que le impusieron la presión de ser uno de los grandes. Haneke continúa siendo uno de los grandes del momento, creo que no hace falta aclarar, y este acto de rebelión cinematográfica es otra razón que lo justifica como tal.

Nuestra Opinión: 7/10


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