sábado, 18 de marzo de 2017

Movie Critic: Silencio

Resultado de imagen para silence movieEl vígesimo cuarto largometraje de Martin Scorsese cuenta con Andrew Garfield, Adam Driver y Liam Neeson en el elenco, y es otra desvío de los géneros tradicionalmente asociados con el director. ¿Merece Silencio su lugar en la filmografía de Scorsese?

¿Por qué las películas religiosas suelen no ser buenas? Hay varias respuestas a semejante pregunta, que van más allá de la simple cuestión de si uno es creyente o no. La primera, quizás la que más suele repeler a críticos de las películas religiosas, es el sermón: La religión es un conjunto de enseñanzas, de valores, y al ser traspasados a una película, normalmente en un guión pobre hecho por escritores muy poco imaginativos, se siente como una lectura, y al ser tan obvio, distrae y molesta (Véase las infames Dios No Está Muerto para mayor comprensión). Otro problema, quizá para mí el más importante, es que suelen ser películas muy simples. Tomemos como ejemplo una película muy reciente que, si bien disfrutó cierta aclamación de parte de la crítica y las audiencias, no logró conmoverme en absoluto: Hasta El Último Hombre. Mi problema con el drama bélico de Mel Gibson no era con las impecables escenas de acción o con los valores que la película intentaba transmitir: Era su simpleza, sus personajes unidimensionales con motivaciones sencillas para no cuestionar en ningún momento el mensaje de la película, o si quiera mostrar otros lados del argumento. No estoy diciendo que las películas religiosas deberían mostrar "el lado ateo" de la conversación, pero deberían reconocerlo. En otras palabras, la religión es un tema complejo, y las películas religiosas deberían ser merecedoras de dicho adjetivo.
He aquí Martin Scorsese, que si bien durante toda su carrera ha entregado sus típicas y adoradas películas de gangsters y anti-héroes, aquellas trifectas de comedia-drama-acción que son filmes como Buenos Muchachos, Los Infiltrados y El Lobo de Wall Street, el hombre en ya su quinta o sexta etapa de su carrera siempre busca reinventarse de vez en cuando, explorando nuevos géneros. Aquí tenemos su primera película religiosa, una intensa pieza dramática de casi tres horas que inmediatamente se presenta como un desafío hacia el espectador. ¿Quién sabe? Marty pudo haber hecho lo que es la mejor película religiosa que existió hasta el momento.
Silencio cuenta la historia de dos Padres jesuitas portugueses, Padre Rodrigues (Andrew Garfield) y Padre Garupe (Adam Driver), que embarcan un viaje hacia la Japón de los años 1600, un país plagado por la violenta persecución de creyentes cristianos, en busca del ausentado Padre Ferrera (Liam Neeson), que hizo el mismo viaje hace ya un tiempo, y terminó prisionero del régimen japonés, solo para luego enviar una carta a su iglesia anunciando que ha renunciado a la fe. Rodrigues y Garupe, que han sido sus aprendices, se niegan a aceptar esto como cierto, y en su búsqueda por el mártir encontrarán una cultura cristiana clandestina del Japón, que sufre iguales o peores atrocidades por parte del gobierno militar japonés.
Silencio le hace honor a su título en muchos aspectos: Apenas tiene una banda sonora, se utiliza mucho el recurso de la falta de audio para potenciar escenas (A muy buen efecto, en mi opinión), y tiene un desarrollo sutil y paciente. Pero al mismo tiempo, y acorde el mensaje de la película, Silencio habla volúmenes. Nunca una película exploró de forma tan minuciosa e impactante la fe, logrando un perfecto balance entre lo respetuoso y lo cínico. Las casi tres horas de la película están repletas de simbolismo, de filosofía y de reflexión, y si uno está dispuesto a encararlas desde un punto de vista inquisitivo, el proyecto resulta todo menos denso. Es fascinante.
Marty logra todo lo que quiere lograr, en todos los momentos exactos: Hay escenas que conmueven, otras que perturban, y una atmósfera tensa y peligrosa tan tangible que uno puede cortarla con un cuchillo. El guión que adaptó él y su amigo Jay Cocks (Colaboraron previamente en La Edad de la Inocencia y Pandillas de Nueva York) a partir de la novela de Shūsaku Endō es provocador, sin lugar a duda, pero al mismo tiempo no ofende ni pretende ofender a ningún grupo religioso y /o ateo, aunque no deje punto sin tocar. Los personajes tienen muchas facetas, y las conversaciones entre ellos son igual de complejas, manteniendo sin embargo una humanidad tan entrañable que impide que caigan en territorio pretencioso. La cinematografía de Rodrigo Prieto acompaña la exploración de forma elegante con imágenes bellas y chocantes, a veces al mismo tiempo, y tan solo potenciadas por una poética y planificada edición de Thelma Schoonmaker, que a veces interrumpe las líneas temporales de manera sorprendente pero apta. Mis ojos estuvieron pegados a la pantalla durante todo el transcurso del filme.
Andrew Garfield recibió una nominación al Oscar por su actuación en Hasta El Último Hombre, pero creo que esta es la mejor actuación. Garfield es exitoso al retratar la corrupción emocional interna que sufre el personaje, y si en la producción de Mel Gibson interpretó a un creyente inquebrantable en su pasión por el cristianismo y sus enseñanzas, aquí hace un mejor trabajo en bajar esta personalidad a la tierra. Sentís por él y sentís por su fe, pero más importante, sentís que es real. Hay mucho talento asiático en el filme que también entregó interpretaciones destacables. Tadanobu Asano como un intérprete militar japónes es extrañamente malvado y carismático, un maestro manipulador. Las mismas cualidades se reflejan en Issei Ogata como el Inoue, el inquisidor del budismo que busca corromper a los creyentes cristianos. Ogata es muy peculiar al interpretar al personaje, y definitivamente tiene la actuación menos "callada" de la película, pero eso solo lo hace más interesante. La trama se llenaba de energía cada vez que aparecía en pantalla. Por último, hay que destacar a Liam Neeson, que si bien tiene muy poco tiempo en pantalla, demuestra como nunca una gran habilidad para la sutileza y la acuidad. Sus diálogos son impactantes, y las expresiones que acompañan aquellas líneas lo son incluso más.
Silencio es una película imperdible para aquellos que acepten el reto. Puede ser disfrutada por creyentes de todas las religiones al igual que por ateos, y es otro merecido laurel en la carrera de Scorsese, y otra destacada pieza de experimentación del director, que a los 74 años continúa siendo un hábil autor y explorador de la condición humana.

Nuestra Opinión: 10/10

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