En los últimos años, Charli XCX redirigió su carrera (y el género pop) hacia terrenos impensables para las grandes radios y sellos discográficos. Hoy consolida esa dirección con "Charli", un álbum que desborda autoestima, vulnerabilidad y experimentación, dejando muy atrás sus días de "Boom Clap" y "I Love It".
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“I go hard,
I go fast
And I never
look back
I go
speedin' on the highway
Burn
rubber, no crash
Turn the
volume up in the party
Put your
hands up and dance
Bump, bump
in the rave
Go forever
and ever”
Con esas “promesas” abre Charli, el muy esperado tercer álbum
de estudio de Charlotte Emma Altchison, mejor conocida como Charli XCX. Su predecesor oficial, Sucker, salió hace ya casi unos 5 años, y si bien para Julio
del 2015 Charli decía de estar trabajando en un tercer disco que sería “la cosamás pop, y la cosa más electrónica” que haya hecho, evidentemente los eventos no se
desarrollaron como se habían planeado.
Charli, en ese momento (2013-2014), estaba en los bordes del estrellato. Su situación siempre fue muy particular: la de una
estrella pop “en potencial”. Sus más grandes éxitos de esa época parecen, en
cierta forma, no pertenecerle. Está detrás de "I Love It", uno de los himnos
fiesteros más grandes de la década de los 2010, pero que fue entregado al dúo
sueco de Electropop Icona Pop, ya que Charli parecía no poder reconciliarse con ese sonido. Su feature en la canción de Iggy Azalea, “Fancy”, la hizo un nombre
reconocible en las estaciones de Radio, pero de nuevo, en una canción que
pertenece oficialmente a otro artista. “Boom Clap” finalmente le trajo éxito
mainstream bajo su pseudónimo, pero incluso ese hit fue lanzado como parte de
la banda sonora para la popular película “The Fault in Our Stars”, demostrando
una vez más una cierta imposibilidad de la artista británica de llegar al
público masivo por su cuenta, sin la tutela de otro nombre o propiedad más
grande.
Sucker fue un bien recibido
lanzamiento estratégico posicionado bien cerca de los apogeos de “Fancy” y
“Boom Clap” como para darle a Charlotte una chance de entrar a las grandes
ligas del Pop masivo. Y si bien estuvo peligrosamente cerca (“Break the Rules”
y “Doing It” probaron ser buenos competidores en las grillas y cartillas de
radios), al año siguiente Charli realizó un giro 360 que terminó por alejarla
por completo de allí. Se alió con los productores y artistas del emergente
sello británico PC Music, particularmente SOPHIE, y lanzó su EP Vroom Vroom.
Vroom Vroom era violentamente distinto a todo lo que había
hecho en Sucker. El sonido decididamente avant-garde, futurista y abrasivo del
EP seguramente alienó no solo a varios de los fans de su anterior material,
sino también a ejecutivos y miembros de la industria que optaron por tomar
cierta distancia de aquél tipo de propuestas, y obligaron a que Altchison funde
un sello discográfico propio, “Vroom Vroom Recordings”, a través del cual
lanzar el proyecto. Sin embargo, Vroom Vroom no mató a “Charli XCX”. Todo lo
contrario. El EP de 4 canciones tuvo un curioso efecto sobre su nombre. Ya no
más una superestrella pop en potencial, Charli se convirtió en una artista
conceptual. Entre raps sobre manejar autos caros y despilfarrar a lo loco, y
sonidos que parecían emular sartenes golpeadas con martillos y alarmas de auto, Charli encarnó
una estética que desarrolló una especie de popularidad de culto, sobre todo en la Internet. Anthony Fantano, el crítico musical más popular
del mundo, nombró a Vroom Vroom EP del año, y abrió el fandom de Charli a un
nuevo e inesperado sector de seguidores: los alternativos.
“Alternativo” y “Pop” parecen ser palabras enemigas,
opuestas, pero nunca fue ese el caso cuando se habla de Charli XCX. Quizás
gracias a su alianza con PC Music, o quizás es algo que siempre estuvo en su
interior, pero Charli logró definir una identidad como artista una vez que se
divorció de la idea de ser la próxima reina de la radio, y abrazó por completo
el mundo de la producción y distribución indie, sin dejar de lado su amor por
las estructuras y la dulzura de la música pop.
Se la suele catalogar como una “reina de los gays”, demostrando que su
sonido no solo optó un aspecto “nicho” en lo creativo, sino también en la forma
en que fue recibido por oyentes que se identificaban por fuera de las
estructuras típicas de la sociedad, los fuera de la norma, el público “queer”.
En el 2017, lanzó dos Mixtapes, Number 1 Angel y Pop 2, el último de los
cuáles se convirtió en un clásico de culto del Pop contemporáneo, con todavía
muchos fans proclamándolo como el mejor lanzamiento de la artista. El sonido de
los mixtapes anticipó lo que escucharíamos en Charli, apropiadamente titulado
ya que es el primer lanzamiento de sello discográfico donde la nueva identidad de
Charli XCX se presenta sin ofuscaciones ni diluyentes.
En cierto modo, poco cambió de los días de Vroom Vroom.
Charli sigue siendo una campeona canchera en las letras, cantando sobre tópicos
tales como fiestas y autos rápidos, aunque de vez en cuando aparece una
intimidad avasallante, como en “Gone", en donde junto a Christine and the
Queens, parece descargarse catárticamente ante un grupo de personas que nunca
la respetaron: “I feel so unstable/Fucking hate this people/How they’re making
me loathe”. “Gone” fue el single que convirtió a este disco en uno de mis más
esperados personalmente. La única forma de describirlo apropiadamente es como
un himno de estadio redondo y perfecto, con una progresión cuantificable,
letras memorables y citables, y una especie de desenfado en los vocales
producto de la química entre sus dos intérpretes que la hacen adictiva,
pegadiza y patética. En el último minuto de la canción, cuando A.G. Cook lleva
el instrumental a una especie de manía digital abrumadora, con vocales
glitcheados e instantes de percusión digital que repercuten en todo el espectro
sonoro, se alcanza un climax auténtico de un himno, como si se tratara del
inolvidable acto climático de una pieza de Richard Strauss, en su versión
bubblegum pop.
Hay momentos de Charli en donde
Atchinson coquetea con el mainstream-firendly: “Blame It On Your Love” es una
reversión infinitamente más accesible de “Track 10”, el tema de clausura de Pop 2. A la original se la reconstruye desde la base con un beat medio
reggaetonero y la inclusión de un feature criminalmente corto de Lizzo. El
resultado es un poco insulso, sobre todo comparado con la rimbombante
producción caleidoscópica de la canción original.
“1999”, uno de los dos temas con
Troye Sivan presentes en el proyecto, cuenta con la producción de nada más ni
nada menos que Max Martin, la mente detrás de los más grandes éxitos de
artistas como Katy Perry (“Roar”, “I Kissed a Girl”), Taylor Swift (“Shake it
Off”,”Blank Space”) y Britney Spears (“Baby One More Time”, que tiene una
referencia en la canción), entre otros tanques de la radio. Es una pieza empalagosa,
acaramelada, con un beat dance de base de piano super liviano y efervescente.
Funciona, pero funciona incluso mejor con su contracara: “2099”, también con
Sivan, y tema de clausura del LP, con una estética muy lejana a su predecesora.
Producida enteramente por A.G. Cook, es una rareza que resulta completamente
alienígena a primera vista, y que va mostrando tonalidades emocionales con
repetidas escuchas. Es una interesante incursión que hace Charli en una propuesta
futurística tirando a la distopia, los sintetizadores asemejándose a gritos
desolados y a los ejércitos robóticos de Terminator en sus momentos finales
La experimentación es lo que
realmente eleva a Charli por sobre todos los proyectos del mundo pop allí
afuera, incluso dentro de su propio catálogo. Altchinson y Cook conocen las
expectativas que establecieron con Pop 2 y parecen firmes en querer
redoblarlas. “Shake It” es una pseudo-secuela de “I Got It”: Cuenta con las
mismas artistas invitadas (Brooke Candy, Cupcakke y Pabllo Vittar) exceptuando
la adición de Big Freedia. Pero si “I Got It” era una juguetona incursión en el
hip hop con momentos de big beat noventoso, “Shake It” es una obra dadaísta que
se opone a toda idea de estructura y predictibilidad. En cierto modo, es la
canción más anti-pop del repertorio de Charli, inseparable de sus invitados e
imposible imaginar interpretada en vivo. Hay una “forma” de estribillo, una “forma”
de verso, pero al siguiente minuto, las formas se niegan unas a las otras, y la
canción se desarma. Es genial.
“Click”, con Kim Petras y Tommy
Cash, vendría a tomar un lugar más cercano estéticamente a “I Got It”, pero en
los últimos 30 segundos, Cook arroja a la mezcla una cacofonía industrial tan
enorme y agresiva que hasta Trent Reznor se vería intimidado por la
monstruosidad de los sonidos. Son momentos como estos que hacen a las líneas
iniciales “promesas”. Esto es Charli XCX de aquí en adelante. Por siempre pop,
por siempre excéntrica y por siempre “quema llantas”, Altchinson hace una
especie de catarsis musical de 50 minutos en donde se entrega por completo a
ella misma. Por más que en el álbum colaboren 14 artistas distintos (sin contar
a los productores), y por más que haya momentos donde A.G. Cook parece querer
robar protagonismo: Al fin y al cabo todo se reduce a una identidad capaz de
sintetizar todo ello, una persona con el renovado autoestima de la entrega
completa a lo obtuso y lo marginal, por lo menos en el mundo de la música pop.
It’s Charli, baby.
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